miércoles, 3 de diciembre de 2008

Cuento: "La profesora Menita y su historia"

Comprensión Lectora, 6° Año Básico

En una ciudad del centro de Chile vivía Menita, una sencilla Profesora Básica que dedicó gran parte de su vida a niños de una escuela en donde se trabajaba en condiciones muy difíciles. Cada mañana tomaba su bicicleta y se disponía a enfrentar un nuevo desafío: intentar que sus niños aprendieran más y fueran mejores personas. Pasó el tiempo y llegó el difícil momento de asumir que debía jubilar y acogerse a un merecido descanso.

Su historia nos dice que es una mujer que creció demasiado rápido, un día era una niña, cuando quiso jugar, ya era mujer, cuando quiso soñar y ponerse bonita ya era mamá, cuando debía criar tuvo que trabajar, cuando quiso descansar, tuvo más trabajo, cuando quiso parar se dio cuenta que la vida la había sobrepasado.., entonces miró hacía atrás y repasó en su memoria cada imagen de su historia, sus sueños, sus proyectos, sus anhelos , también sus frustraciones, temores y sufrimientos.

Francisco, que era su amigo, la miraba en forma contemplativa mientras ella revisaba una caja con fotografías familiares y le llamaba mucho la atención esa actitud recurrente en Menita, tan serena y tan ida en sus recuerdos que lo motivó a preguntarle… ¿en qué piensas?, en nada contestó ella y Francisco replicó:¿porqué entonces tu mirada se pierde ?... pienso en mi vida, dijo Menita, entonces…, ¿me puedes contar?, claro que sí, respondió ella, y comenzó a relatarle:

Yo vivía en un lugar como el de esta foto, en el campo, en una casa rodeada de pinos y álamos...,tenía grandes ventanales a través de los cuales se podía ver la puesta de sol y en mi dormitorio cada mañana el sol me despertaba con el calor de sus rayos y abría mis ojos y lo primero que veía eran mis hermosos juguetes, ¿sabes?, tenía un muñeco de trapo que se llamaba Pascual, no era muy bonito, pero yo lo quería, se destacaba entré todas mis muñecas porque le faltaba hasta una pierna, por lo tanto mi pequeño Pascual siempre me miraba de lado, aveces pensaba que le dolía todo su cuerpecito y lo dejaba descansar en mi cama…¿Sabes?, siempre estuvo ahí, conmigo, lo extraño es que no sé que pasó con él, fue hace tanto tiempo... que ya ni me acuerdo , sólo se que lo quería mucho.

Además, cerca de mi casa había un estero al cual podíamos llegar a través de un pequeño camino que cada verano mi padre hacía a través de la zarza mora, aveces terminaba toda rasguñada, pero al llegar abajo, ahí estaba, ese era nuestro estero, tenía dos grandes piedras que nos acunaban cuando, ya de frío, nuestro cuerpo no podía estar más en el agua..., parece que recuerdo el sonido del agua y mi madre mientras nos cuidaba se entretenía lavando ropa. Allí en ese lugar mientras jugábamos en el agua con los hermanos y primos, ella disfrutaba nuestras travesuras y aprovechaba el tiempo frente a una roca que le quedaba muy cómoda escobillaba, enjuagaba y tendía la ropa en las ramas y en las moras, luego al volver a casa regresábamos con la ropa limpia, seca y bien doblada, y por supuesto todos felices, habíamos jugado toda la tarde en el agua, nuestra pequeña playa, en nuestro pequeño mar, en ... nuestro gran estero.

Recuerdo que cada mañana muy temprano nos llevaban a tomar leche al pie de la vaca, incluso una vez nuestro padre dijo que para evitar la salida iba a comprar una vaca, fue tanta nuestra alegría que comenzamos a discutir por quien sería el primero en tomar leche, ni te cuento la trifulca que se armó, hasta que mi padre que muy pocas veces lo vimos alterado nos dijo ¡basta de peleas, me pueden explicar que esta pasando!, y comenzamos a dar nuestro argumentos respecto de quien debería ser el primero en tomar leche, entonces, para nuestra sorpresa dijo calmadamente: Todos merecen ser el primero y como no puedo comprar cinco vacas, no compraré ninguna, en fin, ahora me rió, pero en ese momento todos terminamos llorando; que increíble, pareciera que todo eso sucedió ayer. Recuerdo también que cada tarde se hacia algo rico a la hora de las “onces- comidas” y lo que viene a mi mente en este momento es una gran olla de fierro de esas antiguas llena de choclos cocidos, te podrás imaginar lo felices que éramos.

Como la casa era grande , en verano recibíamos muchas visitas, primos de todos lados y mi padre organizaba partidos de fútbol, la minoría éramos las damas por lo tanto nos ubicaban de arqueros para evitar que los acalorados primos nos golpearán, pero al final resultaba peor el remedio que la enfermedad ya que los varones terminaban enojados con nosotras las mujeres porque no atajábamos los goles, ¡era realmente genial!.

Cerca de la casa había un gran árbol del cual se sostenía un lindo columpio, en la parte superior había un panal de abejas al cual no debíamos molestar, esa eran las precisas instrucciones que habíamos recibido, pero nuestro hermano menor con la ingenuidad y curiosidad propia de su edad, tomó una varilla de mimbre y las comenzó a molestar, te podrás imaginar miles de abeja siguiendo a mi hermano chico, lo peor de todo fue como quedo de picado, esa gracia no la hizo nadie nunca más, y además el reto que nos llegó a los mayores por no cuidar al hermano menor ya que nos habían explicado claramente lo que sucedería.

Otra aventura que recuerdo con nitidez fue cuando mi hermana quiso andar a caballo, haciéndose la grande, montó al potro, pero nuestra sorpresa fue tal que no nos quedo otra cosa que ponernos a gritar y pedir ayuda, ya que ella tiraba solamente de una rienda, entonces el caballo giraba y giraba y mi hermana lloraba y lloraba, en fin; hacíamos tantas cosas, fuimos tan felices, que si te siguiera contando historias, seguros que te aburrirías.

Pero entonces- dijo Francisco – porque te pones tan triste cuando piensas en el pasado ¡no entiendo!

Menita bajó la cabeza , se quedó pensando ...su rostro estaba sereno , sus ojos llenos de lágrimas y con un nudo en la garganta demostrando dificultad para hablar..., le dijo.

Otro día te cuento Francisco..., ahora no puedo. El mantuvo silencio y después de una pausa le dijo: no te aflijas, yo seré como tu muñeco Pascual, siempre estaré cuando necesites que alguien te escuche, se despidió de ella y se fue.

Menita tenia en ese momento sentimientos encontrados, por un lado sentía tristeza, pues esa no era su historia, sino la de otras personas a las cuales conocía muy bien y también sentía alegria, ya que al observar todas esas fotografías recordó muchas vivencias y quiso soñar con otra realidad. Su verdadera historia de infancia fue muy diferente.

Luego secó sus lágrimas, lavó su cara y respiró profundamente como una forma de contactarse con la realidad y con mucha tranquilidad comenzó a mirar las fotos que tenia colgada en su sencilla casa, eran de su esposo, sus hijos, nietos, sobrinos, cuñados, ex -alumnos, en fin de todos quienes forman parte de su vida, tomó un sorbo de agua y dio gracias a Dios, por que si bien, su vida fue difícil tuvo la sabiduría de hacer florecer el bien en su hogar, con sus hijos, con su alumnos en su querida y recordada escuela donde trabajó por muchos, muchos años, lo único real de la historia que relató era su muñeco de trapo llamado Pascual que siempre la escucho, al igual que su querido Francisco que a pesar de que ya no está presente, Menita sigue manteniendo vivo su recuerdo; además, si bien, la historia que contó de su infancia no le pertenece, ella… es la principal protagonista de la dicha de esos niños, pues… es la vivencia de sus propios hijos.


Fuente: Portal María Antonieta Vivanco

1.- ¿En qué viajaba la profesora Menita para ir al colegio?.
2.- ¿Cómo se llamaba el amigo de Menita?.
3.- Describe la casa donde vivía Menita.
4.- ¿Qué compró el papá de Menita para tomar leche?.
5.- ¿Qué organizaba el papá de Menita para jugar en Verano?.
6.- ¿Qué le pasó a Menita cuando vió las fotografías?.

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